Técnicas como el mindfulness pueden ayudarnos a alcanzar el equilibrio emocional perdido. Pero el problema es que demasiada gente trata de enmascarar (y de enmascararse a sí mismos) los sentimientos negativos que padecen.

En consecuencia, puedes tener muchos seres queridos a tu alrededor que sufren intensamente víctimas de sus propias angustias, temores, fobias… y tú no serás capaz de identificarlo hasta que sea demasiado tarde.

No obstante, tenemos una pequeña guía para ti, para evitar que el sufrimiento se convierta en algo peor.

Los 5 síntomas del sufrimiento y la ansiedad emocional

1. Brotes de ira. El dolor se manifiesta de muchas maneras, y la ira es una de ellas. Si cargas con mucho sufrimiento, es normal que llegues a obsesionarte con determinadas situaciones y esto te haga reaccionar explosiva y agitadamente ante las mismas. Pero, aunque te parezca contradictorio, la ira solo es en el fondo una forma de pedir ayuda.

2. Una angustia permanente. Si te ves superado por la vergüenza, la culpa o la falta de autoestima, el siguiente puerto será la tristeza, ante la que puedes sentirte muy impotente.

3. Cambios sociales. Otras de las respuestas típicas al sufrimiento son la lucha o la huida, y estas se manifiestan a menudo con cambios en los patrones sociales: ya sea alejándote de los demás o justo lo opuesto, a fin no quedarte solo con tus pensamientos negativos.

4. Descuidos personales. ¿Qué significa esto? Por ejemplo, comenzar a practicar actividades que ponen en riesgo tu salud. Los patrones cambiantes de sueño (insomnio, desvelos…) también están relacionados con la angustia emocional y el estrés.

5. Cansancio y falta de energía. La sobrecarga emocional no es fácil de manejar, y a menudo desemboca en un cansancio extremo o, en los peores casos, fatiga crónica.

La atención consciente y, en general, el mindfulness son las mejores herramientas para recuperar tu paz mental. ¿Te atreves a probarlo?

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