Entre los dos y tres años y hasta los siete u ocho años, surgen los amigos imaginarios en la infancia. Si ves que tu hijo habla solo con una persona a la que no ves, en principio, no debes preocuparte. Aunque puede parecer un fenómeno poco común, diversos estudios afirman que en torno al 50-65% de los niños tienen amigos imaginarios.
En esta etapa preescolar, los niños empiezan a socializar, a interactuar con el mundo que les rodea. La diferencia entre real e imaginario es una cuestión secundaria en su vida. No tiene límites claros como sí lo tiene en el mundo adulto.
Los amigos imaginarios cumplen una serie de funciones en el desarrollo de los más pequeños de la casa.
Muchos padres se muestran preocupados al ver a su hijo mantener una conversación con un ser imaginario. Sin embargo, antes estas situaciones, debemos actuar con normalidad. El amigo imaginario no es un enemigo al que vencer. Tal cual ha aparecido, desaparecerá.
De hecho, se recomienda tratarlo con naturalidad. Hablar con nuestro hijo de este tema, nos hace crear un vínculo con él. Además, este amigo puede darnos pistas sobre las preocupaciones de nuestro hijo, sus frustraciones o situaciones que le cuestan entender.
Cuando el niño utiliza este recurso para no centrarse en la vida real, debemos hacerle ver la importancia de afrontar sus actos por sí mismo. Es decir, cuando el niño culpa al amigo imaginario de sus malas conductas, hay que hacerle ver que él es el responsable de sus actos.
Si vemos que nuestro hijo prefiere jugar con su amigo imaginario que con niños reales, es importante que le hagamos ver que ese amigo es sólo para cuando está solo. Durante la infancia el juego entre niños es un punto clave en su desarrollo. Los niños aprender a compartir, a cooperar, a ceder y a cambiar de roles mientas juegan.
Si además esta conducta se ve acompañada de otras situaciones agresivas es cuando deberemos preocuparnos y acudir a un especialista.