castigar niños sin deporte

Los padres tienden a aplicar castigos a sus hijos cuando estos no hacen lo que se espera de ellos. Y esto sucede en un sinfín de ocasiones a lo largo de esa complicada aventura que es la de educar a un hijo. Por ejemplo, cuando su comportamiento no es bueno, cuando hacen caso omiso a nuestras órdenes-recomendaciones-consejos. O, y esto les sonará a muchos, cuando sacan malas notas en el colegio. Se podrá discutir -y sobre esto hay teorías para todos los gustos- sobre la efectividad del castigo como decisión reactiva que es ante una conducta inadecuada de los hijos.

Pero en lo que existe un gran consenso es en lo inadecuado de castigarlos sin deporte. Muchos padres creen que restar horas a la práctica de una disciplina deportiva es un acierto: que ese vacío de tiempo será ocupado por una mayor dedicación a los estudios.

Esta premisa parte de varios errores. Uno de ellos es el de entender el deporte como una actividad extraescolar prescindible, no necesaria para el desarrollo académico del joven. Además, no se ha encontrado ninguna evidencia científica que demuestren que el rendimiento escolar de nuestros hijos mejore cuando se les castiga sin deporte.

Es más, esta forma de actuar por parte de los padres pueden generar en el niño sentimientos negativos, como miedo y resentimiento al ser privado de una actividad con la que realmente disfruta. Lo más lógico es que no entienda la decisión de sus padres, y que aprenda a actuar sin pensar. Esto es, de una forma reactiva. Tal y como ha visto que hacen sus padres. Por otro lado, se sentirá víctima de una injusticia. No será capaz de asimilarlo, y es muy probable que le cause estrés y una disminución de la autoestima.

Además, diversos estudios neurológicos demuestran que una actividad física realizada de manera regular -y que conlleve toma de decisiones, resistencia y coordinación- ayuda a generar una proteína, la BDNF, que favorece la memoria y el aprendizaje. Otros estudiosos de la materia destaca que el deporte ayuda a desarrollar valores como la disciplina, el compromiso y la solidaridad.

Entonces, ¿qué alternativas de actuación se les presenta a los padres ante un hijo con malas notas? Lo más importante es analizar los motivos del fracaso académico, que pueden ser múltiples: desde la falta de disciplina a la mala gestión del tiempo, la baja autoestima, falta de motivación…

En función de ella se deberá actuar en consecuencia. Pero siempre de una manera gradual, procurando ser comprensivos con nuestro hijo. Y, lo más importante, incidiendo en el refuerzo positivo de sus progresos. En este sentido, lo más conveniente es premiar más el proceso que los resultados. Será la mejor manera de cambiar sus malos hábitos académicos.

También resulta de mucha utilidad consultar con los profesores y demás expertos en educación y pedagogía sobre la mejor manera de ayudar a nuestros hijos.

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